
Del mismo modo que te explicaba al hablar de la terapia de pareja, entiendo la familia como un sistema (de hecho, la pareja sería un subsistema de ésta), en el que la suma de sus elementos es algo más que la simple adición de cada uno de ellos, ya que genera una interacción con sus propios elementos, propiedades y características. Esto significa que el comportamiento y estado de uno de los componentes de la familia no puede entenderse de forma separada del sistema, sino que influye en cada individuo y viceversa. La familia, además, es un sistema abierto, en el que todos sus miembros se ven afectados por el medio en el que viven.
Un apunte interesante es que hoy en día el concepto de familia ha variado sustancialmente del tradicional que uno puede tener en mente al pensar en la palabra “familia”, esto es, padre, madre e hijo/s. La realidad actual engloba en esta etiqueta a familias monoparentales, homosexuales e incluso el poliamor. Además, el término “familia” no significa necesariamente parientes cosanguíneos, sino que incluye a cualquier persona que juegue un papel significativo de apoyo permanente en la vida de una persona, como ocurre, por ejemplo, con las familias reconstituidas.
Mejora de la comunicación
Resolución de conflictos entre los miembros
Crisis familiares
Equilibrio y respeto mutuo
Dificultades de adaptación a grandes cambios (nacimiento o emancipación de los hijos, hijos adolescentes, reincorporación al ámbito laboral, jubilación, separación, muerte o accidente de algún miembro, etc.)
Problemas de conducta o salud física o mental en uno de los miembros
Acompañamiento en el proceso de separación o divorcio
Dificultades con la familia extensa
Aumento de actividades gratificantes comunes
Desarrollo de competencias parentales
La terapia familiar persigue restablecer el equilibrio de la familia, mejorar la comunicación, la convivencia y resolver enfrentamientos familiares que generan tensión. Lo que se busca, en definitiva, es promover el bienestar individual de cada miembro y el del sistema en su conjunto. Para ello, se involucra a los diferentes miembros de la familia, en función del criterio del terapeuta y los objetivos a trabajar. Así, en ocasiones se trabajará con toda la familia, otras con partes de ella.
Se recomienda acudir a terapia de familia cuando existen conflictos significativos en el hogar y la familia no sabe o no puede resolverlos. Sin embargo, nuevamente te recuerdo que es posible hacer terapia aunque no haya grandes áreas de conflicto, desde la perspectiva del crecimiento y la mejora del bienestar individual y familiar, por ejemplo para mejorar el estilo educativo y otras competencias como padres, las relaciones entre hermanos, entre padres e hijos, la ocupación del tiempo libre…
Por otra parte, igual que en el caso de la pareja, si se detecta una situación de maltrato, no será posible realizar este tipo de terapia, sino que se orientará a la familia sobre las actuaciones más adecuadas en cada caso.