Cualquier cambio de ciclo vital puede suponer una crisis y resultar complicado. El paso de la adultez a la tercera edad es, si cabe, uno de los más difíciles por todos los cambios que comporta: se deja la actividad profesional, lo que puede vivirse de forma muy positiva, pero también muy negativa; supone un cambio económico y en la gestión del tiempo y las tareas; se produce un significativo y progresivo deterioro físico y mental, que en ocasiones puede resultar incapacitante para la persona; en muchos casos hay aislamiento social; hay que elaborar duelos por la pérdida de seres queridos y pueden aparecer pensamientos y ansiedad sobre el cercano final de la vida, etc. Además, estos cambios no sólo afectan a la persona de la tercera edad, sino a todo el núcleo familiar, siendo a veces difícil de encajar y comprender la nueva realidad para todos.
Por eso, además de las dificultades generales mencionadas en el apartado de terapia individual, las personas de la tercera edad suelen consultar por: