Terapia EMDR
EMDR, LA TERAPIA QUE DESBLOQUEA LA INFORMACIÓN “ATRAPADA EN EL TIEMPO”
El EMDR (Eyes Movement Desensitization and Reprocessing, en castellano “Desensibilización y Reprocesamiento mediante los Movimientos Oculares”) es una técnica psicoterapéutica integradora que trabaja sobre nuestro sistema de procesamiento de la información y, desde 2013, está reconocida por la OMS como una de las psicoterapias de elección en el tratamiento del estrés postraumático.
Cuando vivimos una situación nueva, cualquiera que sea, nuestra amígdala (encargada de procesar e integrar las emociones), recibe estímulos externos de la propia situación y las sensaciones internas que esta nos produce, y las envía al hipocampo:
– oye hipocampo, mira lo que me está llegando: alta temperatura exterior, dolor en el dedo índice de la mano derecha, sensación de quemazón, calor, rojez, sorpresa…
El hipocampo (encargado de ponerle palabras a lo que está sucediendo y almacenarlo en nuestra memoria como un nuevo recuerdo), lo interpreta y se lo traduce al córtex frontal:
– oye córtex, ¡que nos estamos quemando el dedo con la vela!
Y el córtex frontal decide la respuesta que vamos a tener en esa situación y da las órdenes para que se cumpla:
– de acuerdo, vamos a huir: ¡dedo, retírate!, ¡cara, acércate!, ¡boca, sopla!
Y todo esto en microsegundos. Nuestro cerebro almacenará este acontecimiento como “quemadura” y que la respuesta que hay que dar es “retirar el dedo inmediatamente”, de manera que la próxima vez que la amígdala envíe la misma información al hipocampo, nuestro cerebro ya sabrá como actuar (ah sí, es como aquella vez).
Bien, pues si lo que nos pasa es demasiado intenso (una pérdida muy significativa, situaciones de abuso o maltrato, traumas de apego en la infancia, vivir una enfermedad muy grave, un accidente, catástrofe natural, ataque terrorista, guerra, etc.), y/o nosotros somos especialmente sensibles o vulnerables (vivimos lo que nos pasa como una amenaza intensa, tanto si lo es como si no), generamos un altísimo nivel de estrés que produce un cortocircuito en ese flujo de información.
En efecto, el estrés produce que las aminas bloqueen el hipocampo y no pueda ponerle palabras a lo que ha ocurrido ni guardarlo en la memoria (o no correctamente), de manera que la amígdala se puede pasar años intentando enviar una información (oye, hipocampo, que te estoy diciendo que tengo alta temperatura, calor, dolor…) que ha quedado bloqueada antes de llegar al hipocampo, y por lo tanto, este no puede entenderla (aún no le ha puesto palabras) ni guardarla correctamente. Esa información que se ha quedado “atrapada en el tiempo” no es inocua y nos va a generar síntomas (tendremos dolor, calor, alta temperatura… por ahí pululando y no sabremos qué hacer con ellos).
El EMDR puede solucionar esto, porque consigue que hagamos lo mismo que hacemos dormidos, pero despiertos. Me explico: en la fase REM o profunda del sueño, se producen una ondas cerebrales que abren y cierran el tálamo y permiten el paso de la información y que podamos categorizarla. Por eso se dice que mientras dormimos elaboramos lo que nos ha ocurrido durante el día, guardamos en la memoria lo que nos interesa y desechamos el resto. Con el EMDR lo que hacemos es conseguir generar las mismas ondas a través de la estimulación de los dos hemisferios del cerebro mediante técnicas visuales (movimientos oculares), auditivas (sonidos) o kinestésicas (suaves golpecitos en el cuerpo), con la diferencia de que estamos despiertos, y por lo tanto tenemos el córtex frontal activado, es decir, puede decidir cómo actuar.
De esta forma, a través del EMDR podemos abrirle la puerta del hipocampo a esa información que tenemos bloqueada, ponerle nuevas palabras, darle un nuevo significado y almacenarla correctamente. No se trata de borrar u olvidar lo que te sucedió, sino de que lo recuerdes de forma adaptativa, como algo que pasó pero que ya no te afecta en el presente. Aunque, obviamente, cada caso es único, la psicoterapia por EMDR suele tener unos resultados espectaculares y bastante rápidos y, como ves, aunque parezca magia, no lo es, está plenamente basada en estudios científicos.
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