
Conjunto de síntomas que aparecen cuando la persona entra en contacto con una amplia variedad de sustancias que se encuentran en el aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que comemos, en niveles tolerados por la mayoría de las personas, incluso a dosis extremadamente bajas.
La SQM suele aparecer de forma progresiva e insidiosa, con pequeñas molestias. Cuando ya se ha desarrollado, lo hace en forma de manifestaciones cutáneas, respiratorias, neuropsicológicas y digestivas, frecuentemente crónicas y persistentes aunque no se esté expuesto a ningún tóxico, y que derivan en una crisis aguda cuando se entra en contacto con estos, produciéndose ahogo, síntomas irritativos de la piel, de las mucosas y de las vías respiratorias, cefalea, confusión mental, náuseas, diarrea, fatiga extrema, dolor osteomuscular generalizado y mal estado general que impide continuar en ese ambiente. Al dejar de tener contacto con el desencadenante, se mejora progresivamente en minutos, horas o a los pocos días.
Frecuentemente la SQM se acompaña de otras intolerancias ambientales: exposición solar, exposición a ondas eléctricas (redes de electricidad, electrodomésticos, etc.), ondas magnéticas (microondas, telefonía, electroimanes, etc.) y ondas sonoras (ruido intenso o persistente).